Real e Ilustre Hermandad y Cofradía de Nuestro Señor Resucitado y María Santísima Reina de Nuestra Alegría
Visitar Web www.resucitadocordoba.es
Desde muy antiguo se ha venido dando culto en nuestra ciudad a Jesús Triunfante. Así, a comienzos del siglo XX, D. Rafael Ramírez de Arellano describe con detalle el Libro de Constituciones de las cofradías de de las Ánimas y del Resucitado, escritas en un mismo volumen de pergamino y cuya fecha de aprobación de la última era del 15 de junio de 1585, lo que la convierte en una de las más antiguas de nuestra ciudad.
A lo largo del siglo XIX, las imágenes del Señor Resucitado y de la Virgen de la Consolación eran procesionadas por el barrio de Santa Marina el primer día de Pascua de Resurrección. Teodomiro Ramírez de Arellano, relata en sus «Paseos por Córdoba» la ceremonia que los Sábados de Gloria se realizaba en la iglesia de Santa Marina: las imágenes del Cristo y de la Virgen permanecían ocultas en diferentes lugares del templo, y al cantar el Gloria aparecían uniéndose en la nave principal, al son de la música y de las campanas. Tal celebración rebasaba los límites de la feligresía pues a ella acudían devotos de toda la ciudad. Tal vez por esta circunstancia de aglomeración, hacia 1870, dicha ceremonia fue prohibida por el obispo Alburquerque. En este siglo la Cofradía adquiere gran raigambre en el barrio, identificándose como la «Hermandad de los Piconeros» por vivir en esta colación los que se dedicaban a tal oficio, los cuales pertenecían a la Cofradía y eran quienes llevaban a hombros a las imágenes titulares. Durante gran parte de la década de los cincuenta de este siglo XIX, la hermandad participa en la procesión del Santo Entierro alumbrando con sus cirios a las imágenes de Jesús Caído y Nuestra Señora del Mayor Dolor, manteniendo además la salida procesional por las calles del barrio, recibiendo una subvención del ayuntamiento para sufragar gastos.
Tras el breve paréntesis del sexenio revolucionario, la cofradía del Resucitado y Ánimas cobra un fuerte impulso a lo largo del último cuarto de la centuria y continua procesionando a su imagen titular por las calles del barrio de Santa Marina en la mañana del Domingo de Resurrección. Forman parte del cortejo procesional una nutrida representación de la corporación municipal y la banda de música. Así en 1886 asisten 16 concejales con escolta de la guardia municipal.
A lo largo de las primeras décadas del siglo XX la parroquia de Santa Marina sirve de escenario a la solemne función religiosa en la mañana del Domingo de Resurrección con asistencia de la corporación municipal.
A pesar de quedar disuelta la cofradía, en la década de los veinte la procesión se mantiene con un gran esplendor. Al hilo de esta favorable coyuntura, en junio de 1927 se reorganiza la hermandad de Nuestro Padre Jesús Resucitado por iniciativa del marqués de Villaseca. Los estatutos elaborados ese mismo año van a ser aprobados por el obispo de la diócesis en mayo de 1931.
La cofradía se encuentra totalmente postrada a lo largo de la II República, pero a partir de los años cuarenta resurge de nuevo con los impulsos dados por los hermanos mayores Hermenegildo Friaza Otero y Antonio Hidalgo Carmona, ambos muy vinculados a la hermandad de Jesús Caído. Desde los últimos años de la década de los treinta, hasta el año 1944 procesionará por el barrio de Santa Marina. En este año comenzará a hacer el itinerario oficial de las demás cofradías. En este año 1944 se crea la Agrupación de Cofradías de la que pasa a forma parte, figurando además en los estatutos iniciales de dicha entidad la obligación de asistir una representación de cada hermandad cordobesa a la procesión del Resucitado. En ese mismo año 1944 los cofrades de esta hermandad irían vestidos por primera vez con túnica blanca y cubrerrostros amarillos, los colores pontificios que más tarde desaparecerían. Si bien en los últimos años, la hermandad ha decidido rescatar esta antigua vestimenta y presenta en su desfile del Domingo de Resurrección una representación de hermanos vistiendo estos hábitos. Desde mediados de los cincuenta, hasta la actualidad, la hermandad del Resucitado protagonizará unos fuertes vaivenes, registrándose en la actualidad una pujanza indudable.
Sede Canónica
Parroquia de Santa Marina.